Reflexión sobre el evangelio de San Lucas
Isabel, llena de gracia del Espíritu Santo, anuncia al ver a María: “Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirán las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!” (Lc 1, 42-45).
La Visitación y La Magnífica
En estas breves líneas que encontramos en el Evangelio de San Lucas, no sólo nos expresa la emoción de Isabel, quien también habría sido bendecida por Dios Todopoderoso al cumplirle su más glorioso deseo de ser madre en su vejez, sino que nos anuncia también, la intuición de la identidad mesiánica del niño en el vientre de María.
En medio de este Evangelio donde también se nos muestra el cántico de La Magnífica, respuesta que daría María a Isabel cuando esta se muestra llena del Espíritu Santo, Lucas utilizaría la palabra “Señor” no sólo para referirse únicamente a Dios, que revela y promete (Las palabras del Señor) sino que también estaría refiriéndose al hijo que María lleva en su vientre, Jesús, pues este es Dios hecho humano aquí en la tierra, y ha sido anunciado para salvarnos y es Isabel quien percibe su grandeza mesiánica.
El milagro de La Magnífica
Según nos narra San Lucas, del alma de María brota el glorioso canto de La Magnifica, con el cual expresa igualmente su gozo y alegría ante Isabel, y comienza recitando: “M espíritu se alegra en Dios, mi salvador” (Lucas 1, 47).